La crisis económica, la globalización creciente de nuestro mundo y las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información están revolucionando el sistema tradicional de la auditoria financiera.

La crisis económica, porque ha revelado y expuesto entre titulares de prensa, las actividades de muchos actores financieros y empresariales que se han situado al margen de la ley. La globalización porque ha convertido a la circulación de capitales y a los intereses comerciales internacionales en asuntos locales. Y las nuevas tecnologías, porque, con ellas, han nacido autopistas de información que han hecho más rápido el conocimiento especializado en finanzas en cualquier momento, en cualquier lugar y para cualquier persona.

Las empresas, los negocios, se están reinventando sobre nuevas bases tecnológicas que obligan a automatizar servicios y a crear una fidelidad online desconocida hasta hace muy poco. Un escenario comercial y de negocios, para lo público y lo privado, que hace más visibles los resultados de las auditorías, que maneja índices e informaciones que fluyen con rapidez y viralidad online.

Si el sistema de auditoria financiera está expuesto a los desafíos y a las contradicciones de estas condiciones, también representan la única vía real para consolidar la credibilidad de las empresas, de los gestores de lo público y de lo privado y para los inversionistas. Una auditoria financiera profesional, con el respaldo de esas nuevas tecnologías y orientada a ofrecer transparencia, y confiable, es garantía. Una necesidad para dar solidez a la actividad empresarial, para ofrecer seguridad a socios e inversores y para llevar las identidades de marca a otro nivel.

Aún más, una auditoria financiera profesional sobre una cuenta de resultados corporativa ayuda a anticipar futuros manejables, más seguros para las acciones financieras al ofrecer imágenes exactas de los recursos propios que representan puntos de partida en los que basar las gestiones de los riesgos y el manejo de las oportunidades de negocios. Algo muy deseable en situaciones complejas y de crisis económica como la actual.

Las auditorías financieras no deben dar lugar a dudas, deben ser fieles a la realidad, han de ser rigurosas, estar bien estructuradas, atender a sus contextos, ser coherentes y estar disponibles para poder ser interpretadas sin ambigüedades y de manera fehaciente por cada uno de los grupos que tienen o pueden tener intereses en ellas.

La transparencia es una de las materias primas de la que está hecha la confianza. Ganarla con auditorías rigurosas no es un reto, es una obligación.