Son múltiples las ventajas que conlleva para una empresa la realización de una auditoria de cuentas anuales, entre las que destacan demostrar de forma transparente el estado financiero de la empresa, aportar una mayor confianza respecto a terceros, sirve para desarrollar procesos contables de forma adecuada, posibilidad de detectar errores y contar con el margen suficiente para recibir asesoramiento y mejorar o simplemente para fortalecer los controles internos de la entidad empresarial.

Cuentan con la obligación de someterse a una auditoria de cuentas anuales las empresas que cumplan con los requisitos siguientes:

– En primer lugar, debe tratarse de una empresa que cuente con un mínimo de cincuenta o más empleados que reciban una nómina fija de la empresa mensualmente.

– En segundo lugar, tiene que tratarse de una empresa cuyo total de activos supere la cifra de 2.850.000 euros.

– Por último, deben someterse a este tipo de auditoría las firmas empresariales que estimen unas ganancias, consecuencia de sus negocios, que lleguen a superar los 5.700.000 euros.

Dicho esto, es tan importante saber qué empresas están obligadas a soportar una auditoría como los plazos que deben tenerse en cuenta para ajustarse a la legalidad. En este sentido y como norma general, el ejercicio social de una empresa suele cerrarse coincidiendo con el fin del año natural. En consecuencia, y con antelación al cierre del ejercicio social, la entidad debe designar a un auditor para la realización de la auditoría en cuestión.

Las cuentas anuales de la empresa deberán formularse en un plazo máximo de tres meses con posterioridad al cierre del ejercicio social, por lo que si hablamos de que coincide con el año natural, el plazo máximo equivaldría al día 30 de Marzo del siguiente año al cierre del ejercicio social.

Es necesario recalcar que el período mínimo que debe auditarse es el equivalente a tres ejercicios profesionales.

El resultado final de la auditoría de cuentas puede resultar favorable, desfavorable u objeto de salvedad, que siempre, al fin y al cabo, resultan salvables.

Merece la pena sin duda someter a una firma empresarial a este tipo de análisis con el objetivo de exteriorizar transparencia, solvencia y garantías a clientes, potenciales clientes, socios e inversores, siempre y cuando se cumplan los requisitos.